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ESPECTACULOS

El arte teatral como comunidad organica

El Arte Teatral como una Comunidad Orgánica.

¿ La vida artística de un actor  puede existir fuera de la producción de espectáculos?

De un punto de vista social, administrativo, político, financiero, técnico, la respuesta es negativa. Pues si no hay producción, no hay fuerza de trabajo, no hay dinero, y sin dinero imposible de mantener un grupo estable. Imposible la vida artística de un actor fuera de la producción de espectáculos, sin un producto que ofrecer, sin un resultado fuera del mercado cultural de la oferta y la demanda.

Pero a pesar de esto sabemos que la vida del actor, del artista, del creador, es como la corriente, como el caudal de un río. Si nos imaginamos el río seco, vemos sus cráteres, huecos, accidentes, carcasas de animales en descomposición, fósiles diversos. Es un río fantasma, en el cual es imposible bañarse. ¿Acaso es esto un actor? ¿Un río que solo este nutrido por las aguas pasajeras de un invierno?

Orgánicamente sabemos que existe otra cosa que la intermitencia deterninada por el ciclo de representaciones y la prouccion de espectaculos. Para el actor, el trabajo permanente, su entrenamiento cotidiano son vitales. El actor busca la continuidad, la regularidad y no el vacío que genera la intermitencia. El desea, necesita, encontrar un grupo para construir, crear relaciones humanas. Una comunidad en donde compartir su locura creativa, pues un actor solo, aislado, es una paradoja. Y desgraciadamente esta paradoja existe cada vez mas.

El teatro es un arte comunitario ! Revindicarlo es un acto político. Exigir que el estado asuma la responsabilidad de patrocinar dichas comunidades, gérmenes de vida creativa, podría considerarse como una utopía. Pero nos equivocamos, estas comunidades existen ! 
La fuerza del teatro, su locura, es hacer existir, en nuestro mundo contemporáneo, dichas comunidades sin dinero, sin auxilios.

Donde existen ? En los intersticios de la cotidianidad, en los solares de viejas casas, en viejas fabricas abandonadas, en garajes, en galpones y otros espacios vacíos se encuentran hombres y mujeres para participar en talleres, exploraciones, búsquedas ... ¿Con cual objetivo? ¿Para producir espectáculos? No necesariamente. Es mas bien la necesidad de ejercitar y descubrir las potencialidades creativas de cada actor. O en otras palabras es el deseo de estar juntos, de crear juntos.
Esta continuidad comunitaria cobra una “plusvalía” a condición que el entrenamiento del actor sea un dispositivo permanente de aprendizaje. Que el teatro sea escuela de vida para los que lo realizan. Un teatro libre del juego comercial de la producción de espectáculos, es decir, sin la obligación del éxito y la rentabilidad. Para ello muchas veces es necesario luchar contra si-mismo, contra nuestros deseos de éxito y reconocimiento estelar.

¿En donde se encuentran dichas escuelas, dichos lugares consagrados al ensayo, a la repetición cotidiana, a la experimentación, en una palabra al “desperdicio económico”? ¿Y en donde se encuentra un mínimo de dinero para hacerlos existir? ¿Y como hacer existir dichas escuelas “elementales” sabiendo que vivimos en un sistema en donde se privilegia lo que llaman “formación superior” sea ella universitaria o técnica?

Poco importa por donde miremos pues siempre encontraremos la ley del mercado. Entonces hay que luchar, proteger, conseguir que en cada teatro, en cada agrupación, haya un espacio dedicado a la formación permanente, al rigor de la investigación y de la busqueda de los diferentes componentes del oficio del actor. Un espacio comunitario, orgánico y libre en donde el estudiante aprende del maestro pero igualmente el maestro aprende de sus estudiantes. Es en este espacio en donde comienza la verdadera producción. Hay que pensar entonces el teatro como un organismo vivo que respira, se regula, se adapta, se regenera y que produce partiendo de su matriz creativa.

Cuando hoy se habla de teatro, se habla esencialmente del objeto espectáculo, del producto en una economía de supermercados. Al pensar el teatro solamente desde este punto de vista, el comercial, se reduce su envergadura, sus posibilidades de aplicación tanto social como culturalmente y sobre todo se empobrece su poética.

El actor esta disponible a ir muy lejos en su arte siempre y cuando se le den los medios para lograrlo : Dinero, tiempo, espacios para ensayar, buscar, experimentar, investigar, tener derecho al error, todo esto sin la presión del éxito, solo con la exigencia y la rigurosidad de su arte. Con el fin de consolidar cada vez mas el arte teatral limpio de las escorias de la domesticación de la sociedad de consumo.

Gabriel Alvarez

 

 

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